Maltzaga entre demócratas

Daniel Arranz Cuesta
Xabier Oleaga Arondo
(Integrantes de la inicitiva Demokrazia Bai!)

El pasado día 13 de abril se dio a conocer en la Facultad de Filosofía, Antropología y Ciencias de la Educación del campus de Donostia de la EHU/UPV un manifiesto que se titulaba DEMOKRAZIA BAI!, avalada por varias decenas de conocidas personas del ámbito universitario, político, social, sindical y cultural. La foto del evento recogía en primer plano a dos ex-lehendakaris, Carlos Garaikoetxea y Juan José Ibarretxe. Estaban también los dirigentes históricos de la izquierda abertzale Iñigo Iruin y Rafa Díez, entre otros. Firmaban también dos ex-consejeras del Gobierno Vasco, Anjeles Iztueta y Miren Azkarate. Figuraba asimismo Joseba Azkarraga, otro ex-consejero y miembro histórico de Eusko Alkartasuna, actualmente desvinculado del partido y referente de la asociación Sare. Josetxo Arrieta, senador de Ahal Dugu-Podemos y Jesús Uzkudun, lider sindical ya jubilado de CCOO, estaban también allí. Y finalmente, nos incluíamos en la inciativa las dos personas que suscribimos este escrito.
Cada uno de nosotros dos nos hemos ubicado hasta ahora en trayectorias diferentes. Por citar dos botones de muestra, Dani, desde su militancia en el PSOE-PSE-EE, fue Gobernador Civil de Bizkaia en los años noventa; Xabier, fue encarcelado durante ocho meses por el caso Egunkaria en el 2003, aunque resultó posteriormente absuelto.
Aunque de procedencias políticas diferentes, los dos compartimos la lucha antifranquista. Vizcaínos de origen los dos, Dani ejercía desde la margen izquierda de la ría de Bilbao, Xabier desde la derecha. Nos conocimos en el entorno de Elkarri, donde coincidimos en abogar por la salida negociada al conflicto político y a la violencia. Ahora nos volvemos a encontrar en esta iniciativa por la democracia.
Durante todo este tiempo hemos hablado de muchas cosas. También de lo que representa ir todo el día con escolta, de comprobar que llegaste a ser eventual objetivo de atentado, así como de pasar por la experiencia de la tortura durante el tiempo de detención, o de la persecución judicial por una causa absolutamente legítima desde el punto de vista democrático. De todo ello hemos hablado como experiencia personal.
Pero desde la modestia de nuestro empeño en términos de efecto social, estamos absolutamente determinados, desde la sinceridad, por no dejar que la contraposición de nuestras diferencias en cuanto al pasado hipotequen la posibilidad del encuentro en nuestro presente y futuro. Porque, ciertamente, contamos con sólidas coincidencias en la lectura del presente y en la intuición del futuro. En lo que nos queda, claro está, porque los dos tenemos a día de hoy más pasado que futuro y, ya para finalizar esta referencia a los tiempos, aunque a los dos nos atrae más la previsión del futuro que el relato del pasado.
Y hablando de coincidencias y de futuro, a los dos nos parece que vivimos tiempos de ‘urgencia democrática’, porque nos hallamos ante una evidente ‘involución antidemocrática’, como dice el manifiesto que firmamos, una vez que el régimen monárquico español se ha desenmascarado ante la revuelta republicana catalana.
Los dos coincidimos en que la corrupción es consustancial al actual régimen político español y en que el anuncio del fin de la aspiración a las pensiones públicas dignas por parte del Gobierno español es el fraude social más escandaloso que ha cometido este Estado al conjunto de la sociedad. Hablamos de lo imposible, pero ójala ésto acabara en un banquillo de acusados repleto de los máximos gestores del Estado de los últimos tiempos ante el hoy inexistente pero deseable alto tribunal de las responsabilidades políticas.
Los dos coincidimos asimismo en que las políticas antisociales en el Estado español, especialmente puestas de manifiesto con la devastadora crisis que arrastramos, acaban imponiéndose, como algo intrínseco e intergeneracional a la clase política española, sobre las corrientes favorables a la implantación de un estado de bienestar universalizado.
Cada cual con sus matices, convenimos igualmente en que ‘Euskal Herria is different’. También con matices, para nosotros el hecho nacional vasco es incontestable, al tiempo que el derecho a decidir del pueblo vasco sobre cualquier opción política, por vía democrática, es la base del reconocimiento mutuo entre la ciudadanía y base a la vez de nuestra convivencia democrática.
Los dos pensamos que aquí hay oportunidad para la esperanza. Los dos creemos que, ateniéndonos a la experiencia, aquí a mayor autogobierno mejor estado de bienestar. Aunque Xabier parte incluso de una visión crítica con respecto al Estatuto de Gernika en origen, ambos reconocemos que la experiencia vivida ha resultado un prometedor banco de pruebas, en términos de progreso social, en relación con un eventual estatus de futuro con niveles de soberanía económica, social y política.
Todo este cúmulo de coincidencias, unido al hecho paradigmático de la desaparición de ETA, cuya confirmación vivimos estos días, nos lleva a los dos a pensar si en el espectro políico vasco podríamos revitalizar el histórico concepto monzoniano de Maltzaga; aquello de que si en la carretera de Donostia a Bilbao no podemos llegar juntos hasta Durango, hagámoslo al menos hasta ese punto de encuentro situado entre Elgoibar y Eibar.
Este concepto fue pensado para el acercamiento entre abertzales, pero ¿y si lo planteáramos términos de unidad de la izquierda?. Los dos nos reivindicamos de ese espacio, y nos consta que hay movimientos en ese sentido, aunque con mucha discreción y en círculos muy reducidos hasta el momento, si bien también cualificados.
¿Y si, mejor aún, lo planteáramos como el Maltzaga de los demócratas vascos, la de todos aquellos que compartimos la inquietud por el proceso de involución extrema que se observa en el régimen español y en quienes lo sustentan? De hecho hoy, como en nuestros tiempos mozos, está ahí el eje izquierda-derecha, como está el de unionismo-independentismo. Pero también está el de autoritarismo-democracia, que a nuestro juicio tocaría trabajar ahora.
A pesar del merecido descrédito social de la política de nuestros días, los dos creemos aún en la política como instrumento de transformación social. Como creemos que las transformaciones requieren inexorablemente de amplias mayorías, imposibles de alcanzar en nuestro ámbito sino desde la pluralidad y, más aún, desde la transversalidad. Esa es, desde nuestra modestia, la apuesta que ambos hacemos, pero ya en términos de importancia, la apuesta que hace Demokrazia Bai!, a la que invitamos a quien quiera acercarse (demokraziabai@demokraziabai.eus).

Comments are closed.